La mecedora

Una tarde ahí, contigo. O un amanecer, si prefieres.

Tú te sentarías en esa mecedora, con un libro entre las piernas.

Yo caminaría por las piedras, descalza y haciendo equilibrio.

Tú te preocuparías -ligeramente- porque sabes que soy muy torpe.

Yo voltearía a mirarte de vez en cuando.

Tú levantarías la mirada del libro y sonreirías, de vez en cuando.

Yo me acercaría al agua y mojaría los pies en ella.

Tú soltarías el libro y caminarías hacia mi.

Yo te esperaría, mientras me sumerjo en el agua fresca.

Tú me besarías y sentirías la sal en mis labios. En mi cuello.

Yo te jalaría dentro del agua, para aplacar un poco tanta llama.

Febrero 2020

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